Padres, abuelos, maestras jardineras y profesores enfrentan un gran reto: los estilos de crianza y los principios educativos tradicionales ya no resultan válidos, y no encuentran cómo atraer ni orientar a niños que no se interesan por lo que ellos les proponen.

Los niños de ahora se relacionan de otra manera con los adultos; quieren ser independientes desde muy pequeños; a muchos no les gusta participar, ni ayudar en las actividades familiares ni en las tareas del hogar. Sus juegos y formas de relación están mediados por aparatos tecnológicos; juegos y actividades que resultan misteriosos a muchos adultos.

Los adultos ven que sus niños quedan atrapados horas por las pantallas, sin moverse, ni participar en  actividades familiares; pero en últimas, dudan en intervenir: no saben si eso los vuelve más inteligentes, o si por el contrario los vuelve dependientes y apáticos. Adicionalmente, no saben cómo corregir las actitudes y comportamientos con los que no están de acuerdo. Papá y mamá con frecuencia están en desacuerdo respecto a qué permitir y qué exigir a sus hijos, pues no hay modelos previos de educación para este siglo XXI, caracterizado por un estilo de vida consumista, con tecnologías que transformaron la vida relacional, y donde la laxitud con los niños es el modelo de formación —se les reconocen muchos derechos, pero no deberes.

Todos los mayores de 30 años sabemos que las nuevas generaciones serán diferentes, en muchos sentidos, de quienes nos criamos en la segunda mitad del siglo XX; pero no por ello podemos renunciar a orientarlas y acompañarlas en sus experiencias de formación. En esta sección de Educamos Juntos nos proponemos ofrecer algunos documentos útiles para que familia y docentes reflexionen sobre las preocupaciones y dificultades que viven actualmente para educar socialmente los niños que tienen a su cargo.